Gisela Sánchez Díaz de León. Salud y Género A.C.
gisela@saludygenero.org.mx
A pesar de que en México y en el mundo, durante siglos se nos ha dicho a las mujeres que nuestro lugar está en la casa y no en la calle, y que nuestro único papel es tener hijos, a pesar de que la ideología tradicional limita nuestra participación social y política en la toma de decisiones, las mujeres siempre hemos participado en todos los ámbitos de la vida social: en la salud, la economía, el trabajo, la cultura, la educación. Reflexionando históricamente…¿Quién ha cuidado a los enfermos en la familia, la comunidad y los servicios de salud? ¿Quiénes cuidan y educan en la escuela y en la casa? ¿Quiénes participan en las organizaciones sociales que buscan mejorar las condiciones de vivienda, alimentación y mejores condiciones de vida y de trabajo? ¿Quiénes organizan y hacen posible la fiesta comunitaria?. Como podemos ver, las mujeres siempre hemos participado en la vida social, hemos hablado, pero no hemos sido escuchadas en la toma de decisiones con el 50% que nos corresponde, como mitad de la población que somos.
A pesar de que en México y en el mundo, durante siglos se nos ha dicho a las mujeres que nuestro lugar está en la casa y no en la calle, y que nuestro único papel es tener hijos, a pesar de que la ideología tradicional limita nuestra participación social y política en la toma de decisiones, las mujeres siempre hemos participado en todos los ámbitos de la vida social: en la salud, la economía, el trabajo, la cultura, la educación. Reflexionando históricamente…¿Quién ha cuidado a los enfermos en la familia, la comunidad y los servicios de salud? ¿Quiénes cuidan y educan en la escuela y en la casa? ¿Quiénes participan en las organizaciones sociales que buscan mejorar las condiciones de vivienda, alimentación y mejores condiciones de vida y de trabajo? ¿Quiénes organizan y hacen posible la fiesta comunitaria?. Como podemos ver, las mujeres siempre hemos participado en la vida social, hemos hablado, pero no hemos sido escuchadas en la toma de decisiones con el 50% que nos corresponde, como mitad de la población que somos.
Al participar en organizaciones sociales y políticas, muchas mujeres se enfrentan a dificultades y obstáculos como son: estar en situaciones de salud precarias y sin atención, la falta de escolaridad o el analfabetismo, la falta de información y análisis crítico en torno a los procesos sociales y políticos del país y el mundo, el desconocimiento de leyes, políticas y programas que protegen sus derechos y la falta de organización para interpelar como colectivo mujeres a las instituciones que deben ser garantes de sus derechos.
La dependencia económica y la violencia pueden ser obstáculos para que las mujeres participen, pues la pareja puede privarlas económicamente, amenazarla, golpearla para impedirle participar.
Algunas mujeres no sólo son presionadas por sus parejas, sino también por sus familiares, vecinos y aún autoridades, que las hostigan diciéndoles chismosas, acusándolas de descuidar sus “obligaciones” de cuidar a sus hijos y atender la casa. En el peor de los casos, les inventan chismes de que “andan de locas”
Por otro lado, y contradictoriamente, participar se vuelve una obligación para muchas mujeres, cuando tienen necesidad de una beca para sus hijos, mejorar su vivienda, conseguir alimentos o despensas, mejorar los servicios públicos o de salud. Esta participación obligada es para mejorar la situación de sus hijos y su familia, muy pocas veces ella participa como sujeto de su propio desarrollo, para mejorar su educación, salud y en general su desarrollo cultural y político. Es por eso que hay tan pocas líderes mujeres para ocupar cargos públicos.
A pesar de todas las dificultades que las mujeres tenemos para actuar como ciudadanas libres, capaces de ejercer nuestros derechos sin amenazas ni violencia, para hablar por nuestras propias voces, a pesar de las presiones, limitaciones y falta de apoyo familiar y social, las mujeres aquí estamos. Participamos en las organizaciones sociales en donde hemos aprendido a nombrar nuestros problemas y necesidades, así como nuestros derechos, entre otros, el derechos que tenemos como ciudadanas a interpelar al gobierno y pedirle rendición de cuentas acerca de sus actividades para resguardar nuestros derechos y acerca del uso de los recursos que pertenecen a todas y todos los ciudadanos.
Hemos hecho política, adquirido experiencias, habilidades, capacidades. Sin embargo, seguimos siendo ciudadanas de segunda, pues no estamos en la lista de los que toman decisiones, ni tampoco somos consultadas en las leyes, políticas, programas que nos afectan. Cuando nos invitan a “participar” es a algún proyecto que ya planearon otras personas sin nosotras, sin tomar en cuenta nuestra opinión, necesidades y planteamientos de solución desde las mismas mujeres. Participar no es entrar a hacer un trabajo gratuito, invisible, desvalorizado o subordinado. Participar es tener información suficiente para enfrentar algún problema y participar desde el diagnóstico, la planeación, la ejecución y hasta la evaluación del proyecto que nos involucre o afecte.
Hay mujeres con una doble discriminación para participar: las más pobres y marginadas, las indígenas, las mujeres con alguna discapacidad, las niñas y jóvenes, las ancianas, las trabajadoras sexuales, las lesbianas y bisexuales, las migrantes, las presas, las sobrevivientes de violencia, las mujeres con VIH. Cómo hacer llegar el mensaje y cómo promover su participación en las políticas que las afectan especialmente a ellas es el reto.
Por último, las formas de participación están planteadas desde la mirada masculina: la hora de la reunión, el lugar, el tiempo de espera, no tiene en cuenta que para una mujer que tiene hijos pequeños el tiempo es oro, y debe haber mayor responsabilidad y respeto a su tiempo.
PROPUESTAS PARA MEJORAR LA PARTICIPACION DE LAS MUJERES COMO CIUDADANAS:
Las mujeres somos personas, con sentimientos, emociones y pensamientos. Debe respetársenos y tomarse en cuenta nuestra opinión, necesidades y propuestas. Deben respetarse nuestros derechos sin importar nuestra edad, etnia, preferencia no cualquier otra característica.
- Como personas, somos ciudadanas con derechos a participar sin peligro de ser violentadas o discriminadas, ni por la familia, ni por la comunidad ni mucho menos las instituciones.
- Tenemos derecho a participar en todos los espacios en donde se deciden las políticas, programas y presupuestos de salud, educación, vivienda, desarrollo y todo lo que nos afecta. Para ello el cuidado de los hijos y doméstico debe ser repartido con los hombres.
- Tenemos derecho a que las instituciones nos den toda la información necesaria para tomar decisiones tanto a nivel personal, familiar, comunitario, social y político.
- En todos los espacios de participación social debe promoverse el respeto, la estima, dignidad e integridad de las mujeres y se apoye su organización y autonomía. La igualdad sustantiva entre mujeres y hombres implica que en la pareja, la familia, la comunidad, la organización, el estado, el país, la mitad de la toma de decisión corresponde a las mujeres y por lo tanto .
- Las mujeres tenemos derecho a hablar por nosotras mismas y a elegir a quien nos represente.
En resumen: la participación de las mujeres como ciudadanas, como personas a las que se les respetan su derecho a la integridad y todos sus demás derechos humanos, mejora la vida de las mujeres y todo su entorno familiar, comunitario y nacional.
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